
Esta leyenda del lecho de Procusto ha quedado para
siempre en la tradición popular y en la literatura universal, como una
expresión proverbial para referirse a quienes pretenden acomodar siempre la
realidad a la estrechez de sus intereses o a su particular visión de las cosas.
Porque, aunque afortunadamente no hay muchos tan desaprensivos como aquel
mítico personaje, sí hay bastantes que se le parecen en su actitud. Poseen un
loable empeño por agradar a los demás, pero tan intransigente y tan peculiar
que es mejor no tenerlos muy cerca. Están siempre muy seguros de lo que deben
hacer, pero esa clarividencia suya es la principal causa de su obstinación en
el error. Su preocupación por los demás se inscribe en un patrón que no hay
forma de eludir. Son previsibles e irreductibles. Su incansable actividad deja
numerosos heridos a su paso. Cuando se les hace alguna objeción acerca de sus
rígidos planteamientos, se molestan, y suelen seguir adelante sin inmutarse,
convencidos de estar siempre en la mejor de la opciones.
Medida de todo
Quizá no alcanzan
a entender que, en el fondo, su generosidad es bastante egoísta. Tienen que
aprender a tratar a cada uno como mejor conviene a cada caso particular, no
según sus patrones preestablecidos. Todos debemos aprender a no interpretar
según nuestro patrón de conducta o nuestra propia psicología, sino observando y
escuchando, siendo receptivos y abiertos, procurando no usar recetas ya hechas,
ni soluciones prefabricadas o consejos repetitivos y manidos. Son personas que
no terminan de esforzarse por ponerse en el lugar de los demás. No se sitúan.
Son los que piden sinceridad y cuando se les dice la verdad se enfadan. Los que
piden que se les haga cualquier observación con toda confianza, pero cuando se
les dice algo concreto no les gusta nada. Los que hablan de diversidad y de
tolerancia pero llevan fatal que no se piense exactamente como ellos. Los que,
aunque coincidas inicialmente con sus ideas, varían enseguida su posición para
así censurar siempre todo lo que hacen los demás. Los que se llenan de celos si
alguien sobresale de la medida de su propia mediocridad. Los que exigen a
quienes les rodean un nivel de perfección que ellos no alcanzan ni de lejos.
Todo lo juzgan. Todo lo quieren cortar a su medida. Su vida está presidida por
una observancia de normas, pero muy poco por el servicio a los demás. Quizá su
principal problema es precisamente que se creen la medida de todo, y por eso es
tan ingrata su compañía.
¿Qué parte de esta historia tiene que ver contigo?
¿Qué significaría estar siempre acomodando a la gente según tus expectativas?
¿Qué significaría que siempre te acomodes a las expectativas de los demás?
¿En qué situaciones te ves estirando o mutilando personas porque estás no calzan con tus opiniones/juicios/expectativas?
¿Qué harías diferente ahora?
¿Qué parte de esta historia tiene que ver contigo?
¿Qué significaría estar siempre acomodando a la gente según tus expectativas?
¿Qué significaría que siempre te acomodes a las expectativas de los demás?
¿En qué situaciones te ves estirando o mutilando personas porque estás no calzan con tus opiniones/juicios/expectativas?
¿Qué harías diferente ahora?
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