El método de Walt Disney consistía en tener tres
lugares en los que trabajar cada fase
dentro del proceso creativo. Las llamaba soñador, realista y crítico (o
spoiler). Con estas tres fases del proceso perfectamente aisladas la una de la
otra conseguía elegir las mejores ideas: aquéllas que pasaban con éxito las
tres fases se desarrollaban y trabajaban para dar lugar a un producto final.
Soñador, realista, crítico
Para
entender este método es necesario saber que cuando juntas a un soñador con un crítico o con un
realista, su voz se irá apagando a medida que
los argumentos en contra se van sucediendo. Los “pero”, “y si”, las críticas
sobre ideas recién concebidas son tan perjudiciales que en realidad estamos
viciando el proceso creativo puro. Por eso Walt Disney no se permitía mezclar
las voces en su cabeza, no
dejaba que el realismo se encargase de la creatividad a la primera.
El soñador es el que deja volar su creatividad
e imaginación sin límites. Es el momento de no cuestionarse nada y “tirar para
adelante”. De preguntarse el “¿y por qué no?”. Se trata de proponer sin
ataduras, sin defenderse de la crítica posible, sin forzar una idea a que sea
realizable, realista en pocas palabras.
El
realista es el que recibe el producto
de la fantasía del soñador y consigue poner los pies en la tierra. Se trata de
conseguir comprender cómo hacerlo, no de cuestionarse los principios. Buscar
cómo hacer aquello que antes nos preguntábamos con un “¿y por qué no?”
Le pasamos el turno al crítico,
que será quien torpedee todo lo desarrollado anteriormente, buscando
debilidades, desmontando argumentos, tratando de exprimir las ideas y que, si
no lo consigue, producirá algo que será muy factible y aprovechable, digno de
ser trabajado y cuyo producto final será probablemente un buen producto.
Jugando a “la crítica” puedes ayudarte
también a evaluar ideas.
Por cada idea, escribe tantas críticas
como puedas.
- Después, observa cada idea y trata de desarrollar posibles soluciones para superar y reparar cada debilidad.
- Selecciona la idea que con el menor número de debilidades insuperables o irreparables.
Evidentemente,
este tipo de
proceso de fases podemos pensarlo como queramos:
desde implementarlo en nuestra propia mente, pasando por establecer habitaciones
físicamente separadas para cada equipo de colaboradores, o como pensemos que es
mejor. Se trata más del
fondo que de la forma, de cómo
organizar un proceso creativo sin estrangularlo antes de tiempo y canalizándolo
hacia lo que todos deseamos: tener una buena idea, bien pensada, con la que
poder trabajar.
Comentarios
Publicar un comentario