Dice Peter Senge en La
quinta disciplina que si ponemos una rana en agua hirviendo, inmediatamente
intenta salir. Pero si la ponemos en agua a temperatura ambiente, digamos 21
grados, la rana no hace nada e incluso parece pasarlo bien. A medida que la temperatura
aumenta, la rana está cada vez más aturdida y finalmente muere a pesar de que nada
le impide salir del agua. ¿Por qué? Porque su aparato interno para detectar
amenazas a la supervivencia está preparado para cambios repentinos en su medio,
pero no para cambios lentos y graduales.
El concepto de modelos mentales se remonta a la antigüedad,
pero la frase la acuño el psicólogo escocés Kenneth Craik en los años cuarenta.
Según este y otros autores, los cambios a corto plazo de los modelos mentales
rutinarios y diarios se acumulan a lo largo del tiempo y se convierten en cambios
en las creencias a largo plazo que están profundamente arraigadas.
Este mismo fenómeno suele ser frecuente en las empresas:
disminuciones graduales de cuotas de mercado; menores tasas de productividad
que a corto plazo, inciden escasamente en los resultados; un creciente
descontento en la plantilla, que se achaca a acontecimientos recientes sin
analizar si se debe a actuaciones concretas y limitadas en el tiempo o a
situaciones estructurales; y así podríamos pasar por todas las funciones empresariales.
Añade Senge que aprender de la experiencia puede ser una ilusión
porque a veces no percibimos las consecuencias de nuestros actos, que transcienden
el horizonte de aprendizaje y que afectan a todo el sistema empresarial y duran
años e incluso décadas-
El pensamiento sistémico, la percepción del todo estructural
y no sólo del acontecimiento parcial, pretende –y lo consigue- ayudar al
enfoque estratégico a medio y largo plazo, en lugar de contentarse con la resolución
de problemas- táctica- en el corto plazo.
También podríamos expresar este antagonismo en términos de
controlar los resultados controlando los recursos, frente a la posición que
renuncia al control de los recursos para lograr un control más eficaz de los
resultados.
Utilizando una expresión de Peter Druker, gestionar consiste
en hacer correctamente las cosas, mientras que liderar es hacer las cosas
correctas.
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